Por Francisco Villagrán
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Especial para El Litoral
Vivimos en una ciudad que tiene más de 400 años de antigüedad, y por lo tanto tiene una rica historia de fantasmas, apariciones, entierros, tesoros y hechos misteriosos. Hoy nos referiremos a un caso impactante que no sucedió en Europa ni Estados Unidos, sino acá, en pleno centro de la ciudad de Corrientes, más precisamente en un barrio emblemático y tradicional como lo es el Barrio La Cruz, emparentado íntimamente con la fundación de la ciudad y hechos paranormales, ya que toda esa zona fue cementerio hace mucho tiempo, hasta que durante la epidemia de fiebre amarilla en la década de 1700, el cementerio colapsó por la gran cantidad de muertos y debió trasladarse hasta el actual cementerio San Juan Bautista.
El abuelo Pocholo era un reconocido y apreciado vecino que vivió más de 40 años por calle Tucumán al 1300, en el tradicional Barrio La Cruz, en una casa de las de antes, de techos altos, puertas grandes y ventanas también altas y enrejadas, de las antiguas construcciones. Pocholo era por todos querido y siempre amable y gentil con quienes lo conocían y conversaban. Su nombre, Ramón Riotorto, pero todos lo conocían como Pocholo. Era jubilado docente, había nacido el 17 de noviembre de 1933 y falleció el 20 de noviembre de 2019, poco antes de la pandemia. Curiosamente murió el mismo mes en que había nacido, tenía 87 años al partir. Había estudiado medicina hasta el 4° año y después debió dejar para dedicarse a cuidar a su madre que no estaba bien de salud. Trabajó de todo, fue repartidor, vendedor de bebidas, para ayudar en su casa. Luego comenzó a trabajar como maestro en el interior, en la localidad correntina de Puerto González, en la escuela N° 783, cercana a Paso de la Patria, a la que dedicó prácticamente toda su vida para enseñar y donde finalmente se jubiló. Allí también conoció a la que sería su esposa hasta la muerte, Anita, que se fue de este mundo 12 años antes que él. Su único hijo, Javier, me contaba los detalles de cómo habían sido sus últimos años. Era hincha de Boca, siempre comentaba los partidos de su equipo, sentado en la vereda de su casa en una silleta, leyendo el diario o escuchando radio, que eran su única distracción de jubilado, además de conversar con todos los vecinos y conocidos que pasaban por allí. Muchas veces me quedaba a hablar con él de todos los problemas del país y lógicamente, de los resultados de los partidos y como había salido su querido Boca Juniors. En el año de su deceso, 2019, tuvo una grave afección cerebral de la cual debió operarse de urgencia y que lamentablemente no soportó y falleció, después de pasar algunos días en terapia.
Firme. En la vereda, en su silleta, como lo vio nuestro dibujante Carlos Pedrozo, quien también lo conoció.
Detalles.
Su hijo, Javier, me comentaba al tiempo de su fallecimiento, que por las noches él solía escuchar el ruido del bastón de él al caminar por la habitación de al lado, contigua a su dormitorio, incluso en más de una ocasión la luz de su pieza amanecía prendida sin que nadie la haya encendido. Asegura que lo vió una vez de espaldas ingresando a la cocina, donde pasaba mucho tiempo en vida. No le dio mucha importancia, ya que, conocedor de estos temas, sabía la posibilidad de que apareciera algunas veces después de muerto, a manera de despedirse de esta vida y de los lugares en los que había sido feliz. Pero lo que más le llamó la atención es que en los últimos meses muchos amigos, conocidos y vecinos, hablando con él, le aseguraron haberlo visto e incluso conversado con él. Está el caso, entre otros, de un señor que siempre pasaba por esta calle y al no verlo, le preguntó: “Disculpe, amigo, cómo está su padre? Porque yo lo veía siempre sentado en la vereda y ahora no lo ando viendo”. Javier le informó que su padre había muerto hace ya casi 5 años. “No puede ser” se sorprendió el hombre. “Si yo hace dos semanas pasé por aquí , lo ví en la ventana, lo saludé y me contestó”. El hombre quedó muy compungido y sorprendido por esto que le pasó. Otro más: una vecina asegura haberlo visto varias veces en la ventana y en la vereda, por las tardes, que era cuando él solía sentarse a pasar sus ratos de ocio. Incluso lo saludó y él contestó. Como estos hay varios casos parecidos en el vecindario. El último lo protagonizó un vecino de años, Carlos Lorenzo, quien aseguró haberlo visto en la ventana hablando con una pareja. Cuando le preguntó a Javier cómo estaba su padre, es de imaginar la sorpresa que tuvo al enterarse que ya no está aquí. En fin, son casos en los cuales a algunas almas se les permite darse una vuelta para despedirse de los lugares en que habían vivido tanto tiempo y fueron felices. En el caso del abuelo Pocholo, es una muestra de que su paso por este mundo no fue en vano, fue valorado y hoy está descansando donde se merece.
“Creo que ya se despidió de este mundo –señaló su hijo Javier- porque ya hace más de dos o tres meses que no siento ruidos, ni de su bastón ni que abren los cajones del ropero o algún otro ruido extraño ni la luz prendida. Creo que ya se fue del todo. Se despidió. La última vez que lo soñé fue hace unos meses. ” Y es así, todos tenemos la secreta esperanza de encontrarnos alguna vez en el otro plano con nuestros seres queridos para estar juntos por toda la eternidad.
Parece mentira, pero la mayoría de nosotros hemos escuchado alguna vez estas noticias acerca de casas y lugares donde se producen extrañas apariciones, hechos extraños relacionados con fantasmas y fenómenos paranormales. Es una fenomenología inquietante, pero es dable destacar que no se trata de hechos de ficción, sino reales, que ocurren acá, en estos tiempos y que realmente existen, a pesar de que a muchos les cueste creer. Como el increíble caso del abuelo Pocholo, un testimonio real y actual.