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Ernestina Elorriaga o “el dolor enterrado en la garganta”

Nació en Darregueira, Buenos Aires, en 1954. Ha participado en numerosos e importante Festivales de poesía como los de Medellín, Barranquilla, Río Sucio. Algunos de sus libros publicados son: “La lengua de la noche”, “El miedo de una casa inexistente”, “Mi corazón es una perra huérfana”. Obtuvo el Segundo Premio Poesía Concurso Jorge Barón Biza Feria de Arte, Córdoba, año 2003 y Tercer PremioXIV Concurso Nacional de Cuento y Poesía Leopoldo Marechal - Morón-Buenos Aires, año 2008. 
 

Viernes, 28 de junio de 2024 a las 22:39

El asaltante nos trae voces vivas de la poesía argentina. Cada poeta nos acerca, además de poemas, su visión de la poesía. 
 

Poética 
¿Qué es la palabra? Es esa bocanada de aire que necesito para olvidar la desmesura del laberinto y no extraviar mi sueño en el sitio donde aguarda el abismo. 
Es la que aparece en la penumbra para que no olvide que andar tras ella es un destino porque la palabra está en el latido del corazón y allí vivimos. 
¿Quién es? Si no la que nombra la sombra que en la noche pregunta por el secreto atroz de una niña que sabe que la palabra ha de salvarla de ese recuerdo que le picotea el cráneo a la hora de la comunión y a la hora en que ve a su madre perpetuarse girando la cabeza para que el mundo siga sucediendo mientras Dios vaga ciego. 
Ella la niña que come tierra debajo de la mesa y no encuentra en su boca la lengua que traiga la palabra y la sirva para que todos coman de ella. 
¿Qué es? Si no el tiempo entre tu boca y mi boca y ella que va y no se detiene porque la palabra pertenece al reino de lo inorgánico y al pasar por nuestros labios se hace corpórea y puede estrellarse en los cristales de la ventana buscando emigrar de la desolación. Ella ve cuando el auto verde oliva sin patente levanta victimas para arrojarlas desde un avión y sus palabras libertarias se extravían en las aguas contaminadas del Río Marrón de la Plata. 
¿Qué es sino el volcán violento que estalla en mi boca a la hora de la siesta cuando los higos acechan a las loras? 
¿Qué es sino las consignas que las mujeres en la avenida gritan? 
¿Qué es la palabra sino ese salvavidas que me acompaña cuando nombro de a retazos el infierno que profana mi sueño? 
 
La palabra es tu nombre padre la cadencia de sus sílabas que tintinean en mi boca y a la hora en que aún los gallos no cantan vas amansando caballos para que una niña osada abra su boca y grite padre es la hora es la hora. 
La palabra es mi madre y su sueño de aviones y Carola Lorenzini trayendo el cielo 
a su cama y ella empecinada intentará, pero no, no ha de volar si no tan solo lo necesario a la hora de lavar los platos para escapar del tedio con un canto que dice palabras bonitas a su oído 
Las palabras vienen y a ellas me entrego sabiendo que cuando las nombre algo se irá para siempre y habrá un tiempo para cobijar la vida. 
Ellas, la dan a luz. 
Ernestina Elorriaga 
 
 
Muestrario mínimo 

Y era angustia la ausencia y era  
el dolor enterrado en la garganta 
un río embravecido en el territorio del silencio 
  
cuando una madre 
no puede sostener el cuerpo del hijo que se arroja al abismo  
a la rasgada grieta 
sin saber del infinito ni del límite de la oscuridad habla con las estrellas 
oprime sus sienes 
  
sabe que en los ojos de loba de la noche mora el tiempo 
no quiere sentir  
los pasos del  hijo rumbo el espanto. 
  
II 
Tus años frágiles no espejaban desprecio ni rencor  
de mi mano intentabas la eternidad 
el lugar donde el cielo es un aullido  
pero alguien te arrancó de mí  
quién fue 
o era yo sin saber lo que hacía  
una  madre 
constriñendo al hijo a sentir los latidos de un corazón con miedo  
es capaz de engendrar una fiera 
por qué se pregunta ella  
por qué 
  
 a su lado se desgaja en la sombra que ha sido 
  
III 
Devorado el niño que fuimos no hay regreso  
el cielo es una rosa desnuda 
la sangre se va yendo  
la mirada se enturbia  
se emponzoña 
sin embargo bajo la lluvia los árboles no cesan de brillar 
  
devorado el niño 
los barcos dejan de parecer secretos  
emergiendo del vientre de una ballena  
 y el sol una pepita de oro  
atrapada en el zumbido de la noche 
  
en la vigilia 
la mañana es una ventana despedazada. 

IV 
Piedras de eternidad cortan el filo de los días  
saltan bajo el aguijón punzante del taladro  
en la calle enmarcan el rostro de un hombre  
lo devoran 
el polvo 
un  cerco de nieve en sus ojos  
se entrevera a la lágrima que duele  
el rictus  
una puñalada que no encuentra su corazón  
su mano agarrotada se detiene 
piensa en el hombre que fue en quien va siendo 
intenta un alarido 
  
de su boca huye un niño  
lleva en su corazón una piedra que quema 
  

Dónde están los mercaderes 
dónde están los que ofrecieron el becerro 
dónde están los que amurallaron mi cuerpo y lo escondieron  
dónde están los que dibujaron esta máscara 
dónde estoy 
dónde mi rostro  
dónde me busco  
dónde 
  
si en el diluvio de los ojos de mi hijo no he podido ver su corazón desbocado 
aquel caballo rondas de azúcar 
ni al velo de la noche con palabras expulsadas de dios 
  
dónde estas hijo mío 
dónde estoy hijo mío 
si no estoy a tu lado y me salvo contigo 
  
 VI 
La ronda me lleva  me acerca me aleja me río me arrullo  
me canto y celebro como el viejo Walt 
ya siento me respiro estoy a tu lado ya te miro te veo 
ya me veo la ronda me eleva  me vuelo ya la ronda se vuela  
ya este sueño es tu sueño y me sueña  ya te oigo  
ya no ríes ya no cantas 
  
hijo quién se lleva la casa a la deriva  
quién golpea a la lluvia en la mañana 
  
y a la ronda redonda me la roba? 

 

 VII 
Miren ese cuerpo que cruza buscando el tiempo de la infancia 
miren el agujero en el pecho abierto  
a los pájaros y a los vagabundos 
no miren los puños apretados luciendo una rabia añosa  
ni la tajadura en la frente 
ni a sus pies cansado de buscar  
miren los secretos que arrastra  
las preguntas  sin respuestas 
y vociferen como un tifón hasta romperle el tímpano 
  
que no escuche que su corazón no late . 
 

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