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“Las encuestas nos daban más bajo, fue un buen triunfo”
Gustavo Valdés, Gobernador de Corrientes
La lectura gruesa de los resultados electorales del domingo pasado nos dirá que ganó en primera vuelta el oficialismo, con Juan Pablo Valdés como candidato a Gobernador, enancado en la buena imagen de su hermano Gustavo, actual mandatario, que se puso la campaña al hombro.
No fue sorpresivo, menos aún sorprendente. Los restantes competidores sólo aspiraban a llegar a una segunda vuelta, circunstancia que los números le negaron por un margen más que importante.
Buena gestión, sumado a que los oficialismos provinciales generalmente juegan con mucho viento a favor, fueron los componentes principales de una victoria que a esta altura está marcando la séptima temporada radical de una saga que alcanzará los veintiocho años, más de un cuarto de siglo.
Lo dijo el mismo Gustavo Valdés, las encuestas le daban a Vamos Corrientes menos margen, por lo que la primera sorpresa no fue el triunfo, sino el haber superado el porcentual de la mitad de los votos válidos, y sacarle al segundo más de treinta puntos.
La intendencia de las principales ciudades de la Provincia quedaron en manos de los ganadores provinciales, inclusive en aquellas que son el asiento de caudillos locales que dese hace mucho tiempo venían transitando los pasillos del poder.
“El dato relativamente sorpresivo es que el oficialismo ganó por mayor margen de lo que se esperaba. Se confirmó, en cambio, que desde la reinstauración democrática, el gobierno no pierde elecciones en Corrientes, salvo intervención federal mediante”
Hacia afuera, quedó plasmado la pésima estrategia libertaria de ir con lista propia a los comicios, quedó cuarta, muy lejos. Un baldón más para Karina, ya muy golpeada con el asunto de los audios.
Cómo viene sucediendo cada vez con mayor intensidad, los paradigmas de las campañas electorales están cambiando radicalmente con la aparición de las redes sociales en escena.
El cuerpo a cuerpo en la vía pública, cedió su preeminencia al contacto virtual de los candidatos con el electorado. Pudimos escuchar y ver de todo y a todos.
Claro que, la nueva modalidad virtual, trajo consigo sus virtudes y sus defectos. Muchos mensajes, pero también mucha mugre. Lo dijo Gustavo Valdés: “fue una campaña muy dura, muy sucia”.
Es que la política, principalmente en estos tiempos, no es para tibios. Se da y se recibe, sin contemplaciones. Es cierto que en toda actividad civilizada existen reglas mínimas de convivencia. No fue el caso de las elecciones correntinas, dónde en la campaña se dio y recibió golpes por debajo del cinturón.
Las computadoras y los celulares fueron el vehículo elegido para difundir propuestas, pero más para difamar, insultar, engañar y confundir al elector. También para decir verdades incómodas o difundir hechos negativos o que no se pueden probar.
Así y todo, los ciudadanos dieron su veredicto y se clausuró una etapa muy agitada, con la aceptación caballeresca de los contrincantes de los resultados.
“También demostró esta elección, la necesidad de aggiornar la legislación evitando la libanización de partidos que sólo ofrecen sellos e intereses personales”
Cómo viene sucediendo, la estrategia de sumar partidos, partiditos y sellos en una sola alianza, volvió a demostrar se eficacia. Le permitió sumar al oficialismo, a partir del propio tercio que logró la UCR, los restantes dos tercios de insignias políticas que no superaron el tres por ciento del padrón.
Asimismo, además de la muerte por inanición de los partidos provinciales por la pérdida de mensaje, ante el electorado, está visto, incluso para otros más nuevos también con escasos votos, que si fueran sin el escudo protector de la alianza, sus sufragios se hubieran reducido a la mitad.
Probablemente, una modificación de las normas electorales, que a esta altura se hace indispensable, posibilitará separar el polvo de la paja, y mandar al archivo los partidos que se forman sólo para negociar lugares, entregar el sello, o motorizar las ambiciones de un fulano o de un mengano.
Lo propio pasó en otras alianzas, tal el caso de Eli, que obtuvo la mitad de los votos que en 2023, cuando integraba la oferta electoral del gobierno provincial.
Creo que el peronismo salvó la ropa, a pesar de la diáspora que sufrió luego de decidirse la interna. Tal vez, la existencia de peronistas en otras listas, poco le restaron a la oferta oficial, que obtuvo un digno 20%.
En rigor, sólo la UCR y el PJ ofrecieron su cara más sólida como partidos con ofertas políticas diferenciadas. El resto se perdió en la maraña de las alianzas, que hace tiempo se instaló en la política argentina, con la desideologización de la política y la rara mezcla de pensamientos surgidos del toma y daca de las personas, en sus ansias de acceder a un cargo público.
“Se ha ratificado la vigencia del liderazgo de Gustavo Valdés, que apunta a jugar en ligas mayores. También, para algunos, la necesidad de disfrutar de un bronce bien ganado, sin exponerse a la degradación de la cotemporaneidad”
En tal sentido, viene a mi recuerdo el decreto del Gobernador Valdés limitando las colectoras, un verdadero engendro, un Frankenstein que desordena la oferta electoral. Si bien fue anulado por la Justicia, lo fue por razones de oportunidad, pero no por la conveniencia del espíritu del mismo.
La permanencia de las personas en la consideración pública tiene sus bemoles. Es cierto, el “zoon politikon” que muchos tienen adentro, los lleva a no darse cuenta de la finalización de sus ciclos.
Estos comicios sirvieron para ratificar liderazgos vigentes, aún con mayor proyección hacia ligas mayores, tal el caso del actual gobernador Gustavo Valdés.
Pero también para mostrar que no se puede subsistir en política con sólo la nostalgia de viejas glorias o con personalismos desgastados.
La democracia también tiene un organismo de jubilaciones, para aquéllos que no realimentan permanentemente sus liderazgos, para los que arriesgan su bien ganado bronce en la historia, por un efímero papel decadente en la contemporaneidad.
¡Es la democracia, estúpido!