n Ayrton Senna vuelve de la muerte siempre. Esta vez, en pleno auge de la Fórmula 1 en la Argentina y Sudamérica por la sorpresiva llegada del joven Franco Colapinto a Williams, el campeón brasileño fallecido hace 30 años regresa de la mano de una serie que promete revelar detalles desconocidos de su vida y la forma en que sentía tanto los triunfos como las derrotas.
La producción de Netflix se estrenó en las últimas horas en la plataforma de streaming y comenzó a batir récords de vistas no solamente como consecuencia de la popularidad aumentada de la F1 en estos días sino (y fundamentalmente) por el magnetismo del personaje, que a tres décadas de su desaparición física sigue siendo considerado por los especialistas como el más rápido de todos los tiempos.
Senna respira en la piel del actor brasileño Gabriel Leone, pero toma el volante de sus autos más icónicos a través de las manos de un piloto argentino, el ex corredor de F3 alemana y TC 2000 Luciano Crespi, quien protagonizó las escenas dinámicas enfundado en los monos más emblemáticos del multicampeón paulista. El blanco de la era Toleman, el negro y el amarillo de la época de Lotus, el rojo de McLaren y el azul de su último año de vida, con Williams.
Luciano se retiró en 2002, pero se mantuvo siempre conectado con el mundo del automovilismo, al punto en que logró junto con su hermano el campeonato de Fórmula Renault con escudería propia y Esteban Guerrieri como piloto, en la temporada 2006. Después pasó por Suiza, donde trabajó en el equipo de competición Jenzer Motorsport y desplegó su otra habilidad: es artista plástico de los buenos y ha vendido sus obras a coleccionistas de arte.
El apellido Crespi es la pata argentina de la serie, ya que Luciano maneja los autos fabricados en la planta que su padre, Tulio Crespi, capitanea en Balcarce, atelier industrial de donde salieron los mejores monopostos del automovilismo argentino (se calcula que disputaron 250.000 carreras) y, finalmente, las copias exactas del McLaren, el Lotus y el Williams que -entre tantos otros- condujo Senna durante su campaña deportiva.
Quien esto escribe visitó meses atrás la fábrica Crespi y dialogó con Tulio. En ese momento por razones de confidencialidad contractual no se podía explayar públicamente sobre los autos construidos para la serie, pero ahora que se levantó la veda vale reproducir las expresiones recogidas durante aquel diálogo: “Vinieron a vernos porque les habían hablado de nosotros. La producción quería tener autos lo más parecidos posibles y nosotros reunimos a toda la familia para responder de la mejor manera. Hicimos réplicas muy buenas y les adaptamos motores que les permiten andar rápido. Manejarlos da la sensación de que estás al volante de un Fórmula 1 original”.
El rodaje se llevó a cabo, en buena parte, en el autódromo de Buenos Aires, pero también hubo tramos filmados en Brasil y en Mónaco. Sin embargo, las escenas de carreras se desarrollaron en la Argentina debido a que el circuito porteño cuenta con distintas locaciones que pueden pasar como tramos de otros escenarios históricos de la Fórmula 1. Con lo cual se dio la paradoja de que buena parte de la serie se realizó en una pista donde Senna nunca corrió como piloto de F1.
En total, la familia Crespi fabricó 22 autos de carrera (además del Simtek destrozado del accidente mortal de Roland Ratzenberger), cada uno de ellos correspondiente a las distintas etapas de la trayectoria deportiva de Senna. Desde el monoplaza de la Fórmula Ford, con el que compitió durante su estadía en Inglaterra, pasando por los McLaren que utilizó para ganar sus tres campeonatos del mundo en medio de la dura rivalidad con Alain Prost, hasta el Williams con el que perdió la vida en el Gran Premio de Imola, el 1 de mayo de 1994.
La minuciosidad en los detalles, cada publicidad, el recorte exacto en la combinación de colores y por supuesto las medidas originales, que fueron respetadas por Crespi, hacen que los clones de la F1 de hace 30 y 40 años adquieran un realismo tan marcado que cualquiera, al verlos funcionar, podría creer que se trata de los monopostos verdaderos.
De esa forma, el talento argentino para la construcción de autos de carrera, así como la habilidad de Luciano Crespi para generar el clima de competencia en la filmación, hicieron que la serie sobre la vida de Ayrton cuente con un aporte clave para que la producción resulte un éxito como el que ya está comenzando a ser.
Quien quiera revivir o conocer los tiempos gloriosos del legendario Ayrton Senna, solo debe hacerse un tiempo para disfrutar frente a la pantalla.