“Es mejor prevenir que lamentar”. Por más trillada que parezca, dentro de su simpleza, este refrán alberga una gran verdad sobre la salud y la medicina a la que debemos prestarle atención. Desde hace 25 años, cada 29 de septiembre se inicia la Semana del Corazón. Esta conmemoración, impulsada por la Federación Mundial del Corazón con el apoyo de la OMS y la UNESCO, suelen enfocarse en la prevención y en los controles, dos necesidades fundamentales.
Sin embargo, no siempre se suele prestar tanta atención a la muerte súbita, que es la pérdida inesperada de la función cardíaca —también implica una disfunción respiratoria y cerebral— que ocurre repentinamente en una persona aparentemente sana. Cuando ocurre, la única posibilidad de salvar al paciente depende de dos factores: aplicar maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) de inmediato y contar con un Desfibrilador Externo Automático (DEA) al alcance.
Los datos son contundentes: la Sociedad Argentina de Cardiología afirma que en Argentina se producen 40.000 muertes súbitas al año y por cada minuto que pasa sin atención, la probabilidad de sobrevivir cae un 10%. Además, según datos de la Federación Argentina de Cardiología, el 70% de estos episodios sucede fuera del ámbito hospitalario. Eso significa que la diferencia entre la vida y la muerte no está en un quirófano, sino en nuestras manos, en la oficina, en un club, en una escuela, en un local comercial o en la calle, por lo que siempre debemos estar preparados para afrontar estas situaciones.
Al contemplar que anualmente hay una muerte súbita por cada 1000 habitantes, el marco legal nacional impulsa medidas para “cardio proteger” espacios, tanto públicos como privados, donde se aglomeran una gran cantidad de personas. El Decreto 402/2022 del Ministerio de Salud de la Nación obliga a que en lugares de concurrencia masiva haya al menos un DEA accesible y personal capacitado en RCP. Por su parte, la Ley Nacional 27.159 de promoción y capacitación en RCP y DEA promueve políticas similares. A pesar de esto, los especialistas notan una falta de fiscalización en algunos lugares y confusión normativa entre provincias y municipios.
Teniendo en cuenta esta deficiencia en el marco legal y las notables estadísticas, tanto las instituciones como los particulares debemos dar el paso adelante y prevenir este tipo de emergencias, capacitándonos y equipandonos para poder tener espacios cardio protegidos.
El RCP es un procedimiento de emergencia vital que se realiza cuando una persona ha dejado de respirar o su corazón ha dejado de latir. Es una combinación de compresiones torácicas y respiración boca a boca para mantener la circulación de sangre oxigenada hasta que se pueda restablecer la respiración y los latidos cardíacos. Por su parte, el DEA es un dispositivo médico que analiza el ritmo cardíaco y, si es necesario, administra una descarga eléctrica para intentar restablecer un latido normal. Los DEA son fáciles de usar y están diseñados para que cualquier persona, sin ningún tipo de formación médica, pueda aplicarlo en situaciones de emergencia.
Quizás, para quienes no están interiorizados con la temática, estos acrónimos les pueden resultar ajenos. Pero hoy en día son elementos necesarios y que se encuentran a disposición: hay numerosas organizaciones que ofrecen cursos de capacitación de RCP para empresas, instituciones educativas y particulares. En el caso del DEA, se puede tanto comprar como alquilar con precios que se asemejan al de otros servicios, como una alarma o un extintor.
Lógicamente, uno desea nunca tener que llegar a iniciar un protocolo de este tipo. Pero es nuestro deber como integrantes de la sociedad estar listos para actuar en el caso de ser necesario. Las herramientas -es decir, el RCP y el DEA- están a disposición y al alcance de todos. Queda de nuestro lado dejar de posponer, capacitarnos y prepararnos, ya que la vida de miles de argentinos pueden depender de esto.