Jorge Sánchez Aguilar: el caraí guazú
Por Rodrigo Galarza
Especial para El Litoral
En 1979, Jorge Sánchez Aguilar publica “Tierra sin mal”, su primer poemario. Publicación que, además de tener la virtud de ser un extraordinario primer libro, marca un antes y después en la poesía correntina por al menos dos razones, la primera, su contenido: el mito guaraní de la Tierra sin mal cuyo significado y alcance parecían estar ocultos en los imprescindibles trabajos etnográficos de Cadogan, Melià, Clastres, etc. La segunda razón atiende al modo de abordar el tema. Su alta calidad poética sustentada por una antropología filosófica y teológica, lejos del folclorismo con que muchas veces se nos presenta lo guaranítico. Este primer hito marcado por el poeta correntino fue expandiéndose y fortaleciéndose a lo largo de cuarenta años de trabajo poético devenido “como el resultado de una alquimia encendida de ética y de sueño”, tal señaló alguna vez Francisco Madariaga.
Las antiguas voces de los teólogos de la selva resuenan, se “revelan” en el pulso del poeta para luego urdir un tapiz de la memoria junto con otras voces nacidas de las propias experiencias vitales llamadas a crear un nuevo espacio de asombro, ya que “el ser humano está sujeto a condiciones de espacio y tiempo. Existe rodeado de cosas y seres que inundan el universo de relaciones y encuentros necesarios. Por su impregnación en el tiempo está sujeto a la fugacidad con la amenaza de la inminencia de la muerte”, propone el poeta Camozzi Barrios en el prólogo de “Estar en el mundo”, y continúa diciendo: “El hábitat del hombre (avá) guaraní es la selva. A ella nos lleva Sánchez Aguilar para conocer todas las intimidades invisibles a los otros ojos curiosos. Percibe sus sonidos vegetales, sus quejas de crecimiento y sus murmullos misteriosos. El bosque adquiere resonancias de espacio mítico. ‘Fluye del árbol la palabra’”. Así el poeta correntino construye una alta poesía, alta por su vocación de cavar en la raíces en las que el ser humano aprehende el temblor del “estar en el mundo”; y por elevación vertical que traspasa el misterio con panes de claridad. Poesía religiosa sustentada en una mitología particular que se manifiesta universal y cuyo basamento es el amor a la tierra, a la mujer y a la poesía.
La personalísima poesía de Sánchez Aguilar es el resultado de una búsqueda incesante y ardiente de lenguaje: está el Siglo de Oro español y el barroco americano, pero también el surrealismo y el creacionismo. Alguna vez, conversando con él, nos comentó que si bien había un “estilo”, “una impronta” que atravesaba toda su obra, cada libro iba descubriendo su propio continente. Esto nos llevó a pensar por ejemplo en el despliegue salmódico alternado con “palabras en constelación” de “La isla esencial”, a diferencia de “Rayo de tinieblas (quizá el más guaranítico en cuanto a lenguaje): textos breves y condensados (en diálogo con la mística española)”; pasando por los poemas en movimiento de “Las costumbres del colibrí bailarín” o la diarística sui generis de “Diarios de zorzales al borde del alba”. Queremos remarcar con esto la preocupación constante y ética con su propia palabra, el tesón necesario que alimenta el hacer de un poeta que no se da (ni ha dado concesiones) aun ante la desidia o silencio de su entorno.
Como acto de justicia, en 2014 apareció una amplia antología de su obra titulada “En la médula de la palabra prodigiosa”.
Muestrario mInimo
a Olga Piñeiro
y el Verbo se hizo agua/
y comenzó a fluir
por el cedro sagrado de la lengua/
y se nos hizo agua la boca/
por eso está sin cesar
[húmeda de vos/Poesía
si el lenguaje no fuera
[una agua que fluye/
¿pudieran las palabras seguir
[siendo ríos
[en la boca seca?/
y el silencio?/
y el profundo origen del canto?/
y el espejo de las voces?
metafonía: el zorzal desata
[una cascada de agua
[dándole cuerpo a la
[nostalgia del Paraíso?
¡la palabra-alma imagen del Verbo/
al ser soñada y pronunciada/
onomatopeya de Dios!
América vuelve a tu casa
América vuelve a tu casa
libérate de la A opresora
[de tu nombre
así podrás reestrenar el
[traje del colibrí
y volver por tu herencia:
[la Risa y el Rocío
vinimos a este mundo
[a soñar sin miedo
sabiendo que no se puede apagar
con saliva de discursos mentirosos
nuestros pechos que se
[consumen en hogueras
la tierra no sólo sirve
para enterrar nuestros huesos
sino antes que nada
[para que haya vida
y vida en abundancia
todos los días reguemos
la parcela de la aurora
[que nos toque
¡un gran Viento se ha levantado!
“entréme donde no supe/
y quedéme no sabiendo(...)
el espíritu no dotado/
de un entender no entendiendo/ toda conciencia trascendiendo”
San Juan de la Cruz
1
y tensa la sed su tejido
[hasta lo indecible
el canto intenta armar la textura
[de la palabra inocente
urdimbre de letras que
[con la luz va tramando
lo visible con lo invisible
dando testimonio de que
[lo indecible existe
y amenaza a la boca
[con una flauta de fuego
2
balbuceo entre la noche y el alba
inminencia de epifanías
está allí la punta del hilo
[de la palabra
está allí la flor de la divina
[sabiduría que se abre
al Esperma de Dios
dejándome la lengua desollada
[y destruida
en la pura claridad del vacío inútil
3
allí se nace
en la matriz de la tenue neblina
de la palabra- semen
“Instante en que lo inorgánico
se transforma en respirante”
(J. Lezama Lima)
4
allí burbujean perpetuamente
los signos y las sombras
mientras el rayo silencioso
[de Tupán
timonea los nombres
que quedan de las cenizas:
principio del canto
**
¡qué intensa la visión
[en la espiral del sueño
de las traslúcidas trenzas/
territorio del relámpago sin trueno/
cabelleras de palmera
[en mi lengua!
a contraluz perdida mirada/
¡haber rescatado desde tan lejos
tu condición de huésped
[en la casa del deseo!
soledoso oleaje cercando
[el mundo del origen/
¿qué incierto trópico y sus lluvias te hicieron fábula en mi vida?
**
hojas rizadas del tamaño
[de una constelación/
fogatas de apariciones cotidianas
[donde busco tu forma/
[y creces ardida/
vacilante entre los altos
[y los bajos del verano/
permaneciendo en otro umbral
allí colgó el zorzal su silbo/
música inmutable
[en el instante simple/
reflejando el infinito rumor de
[febriles premoniciones
allí el amor es lo eterno
[y no lo amado
**
te poseo por la palabra
habitante en mi boca
puerta abierta del silencio
te profiero y me poseés
con el canto salvaje
[de tus moradas
estoy en el centro de la hélice
que motoriza el éxtasis
[y la ebriedad
corazón expectante
[por la posibilidad
de despertar en sueños
**
me poseo en vos
mi cuerpo lleno de agujeros
reclama emparejar
[el hondo de la ausencia
borrar las huellas del sólo sueño
alisar los pliegues de la carne
[y de la sangre
de la sombra y de la
[pura extensión
[del pleamar de la luz
me arborizo en tu cuerpo
hasta volver al origen
aún arde en la madrugada
el árbol del puro sueño
¡toda vos en él!
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