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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

El equipo y la equipa

Por Emilio Zola

Especial para El Litoral

El lenguaje inclusivo es un fenómeno social de los tiempos que corren y, como tal, gana terreno por la fuerza de su aplicación, impulsado por los colectivos feministas en nombre de la igualdad de género.

Todo bien con eso. Cada individuo practica el lenguaje conforme a su entorno cultural y sus aptitudes intelectuales, con prescindencia de las reglas fijadas por la Real Academia y a pesar de la indignación espasmódica de los hispanoparlantes más conservadores, que despotrican contra un “elle” mientras dejan pasar “de ques” y “fuistes”.

Hasta que se tocan extremos como el que alcanzó la vicegobernadora chaqueña, Analía Rach Quiroga, durante la presentación virtual del manual para “Prácticas no Sexistas” instaurado por la administración de esa provincia. La segunda de Jorge Capitanich sorprendió con una apertura en la que destacó a “el equipo y la equipa” que trabajaron en la confección de dicho compendio.

De esa forma incorporó género al sustantivo colectivo “equipo”, utilizado para definir a un grupo de personas organizadas con un fin determinado y sin que importe si sus integrantes son mujeres o varones. La expresión “equipa” como sustantivo (pues si de verbos se trata el vocablo existe en la conjugación de la segunda persona del singular) fue una forma de estar a tono con la temática de la presentación, pero plantea una paradoja contraproducente para el espíritu igualador del lenguaje inclusivo.

La ocurrencia de Rach Quiroga, que logró escala viral como consecuencia de un aluvión crítico, resulta discriminatoria por cuanto escinde a mujeres de varones a partir de una lógica binaria que ella misma practica al admitir que así como hay “un equipo”, por cuerda separada existe “una equipa”.

El “equipo”, siguiendo el razonamiento de la vice chaqueña, estaría integrado por varones. Y la “equipa”, por consiguiente, vendría a estar integrada exclusivamente por mujeres. De esa forma la vicegobernadora ubicó su discurso en el siglo pasado, en los tiempos perimidos de escuelas de niñas, ramas femeninas y academias de costura.

Si sus expresiones se aplican en los hechos, cabe indicar que la segunda al mando de la provincia del Chaco conduce por separado “equipos” de varones y “equipas” de mujeres. De ser así, su aporte a la inclusión deviene incongruente.

Cuidemos entonces los extremos. Forzar las expresiones lingüísticas puede jugar una mala pasada si de militar la igualdad se trata.

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