Por Rodrigo Galarza
Especial para El Litoral
Vivir, solo cuesta vida/¡Ahora! ¡Ya mismo!/ Puedo ajustar un guion de ropa sucia/ Ropa sucia, fuera” dice una canción tan irónica como emblemática de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota que, con su lírica de asfalto, suele escupir verdades acerca de las delicias del “ars vivendi”.
Nuestro asaltante de hoy no ajustó nunca el guion de hacerse el distraído, el de vivir solo pasado por sangre, el que prefiere ignorar que el dolor agita sus banderas y a veces su sombra pisa la nuestra o bien se nos mete o sale desde adentro para agitarse en el otro.
En su breve obra, Inchauspe pone en práctica aquello que señalaba Gelman de que uno de los grandes temas de la poesía es, a fin de cuentas, la poesía misma y su fuerza misteriosa por “decirse”, por imponerse en la propia voluntad del poeta.
Y así lo vive el santafesino: “Trabajás con nada./ Escribís sobre el vacío./ Frente a la rugosa realidad/ tus herramientas se deshacen”.
Qué mejor puerta alegórica para entrar al universo del poeta que su “Trabajo nocturno” (publicado por la Universidad Nacional de Santa Fe).
La fe de Inchauspe era la soledad, el aislamiento, la noche como rectora de su estar en el mundo: “He tratado de reunir pacientemente/ algunas palabras. De abrazar en el aire/ aquello que escapa de mí/ a morir entre los dientes del caos./ Por eso no pidan palabras seguras/ no pidan tibias y envolventes vainas/ llevando en la noche la promesa de una tierra sin páramos.” (…) “Y para quien/ se acerque a estos lugares hay un chasquido/ de látigo en la noche/ y un lomo de caballo que resiste”.
Un espacio reflexivo de la realidad se abre y cierra en la palabra de Inchauspe, un espacio que marca una cotidianeidad a veces asfixiante, como yendo de la cama al living, o de la habitación al patio. En ese tránsito sucede todo, que puede ser nada, que se llena de ausencias: “Así paso los días. Como si lo mejor de mí/ estuviera paralizado y muerto o mejor como si no hubiera existido nunca./ Nada más que este rostro hipnotizado./ Como un pájaro nocturno/ alguna palabra escala mi sangre.
El poeta santafecino, en resonancias con algunos poetas norteamericanos del siglo veinte, sabe en suma encender pequeñas y frágiles fogatas con los más nimios objetos y sus danzas en nuestras conciencias cuando de pronto estamos no ya frente a la llamita de un fósforo sino ante un incendio existencial.
¡Salud, poesía y libaciones!
Muestrario mínimo
LOS TUYOS
Has llorado, en secreto, a los tuyos
Lenta, inexorablemente,
[los has visto partir
alejarse para siempre.
Has sentido, en tu corazón
el desprendimiento de una rama [que cae.
Y luego has borrado
las huellas de esas lágrimas,
has contenido en el límite
[infranqueable
los bordes de tu propio dolor
y lo has devuelto a tu pobre vida,
a los días siguientes, a las horas
para que permanezca allí.
Oculto
como una invisible y constante
cicatriz.
HE TRATADO DE REUNIR
PACIENTEMENTE
He tratado de reunir pacientemente
algunas palabras. De abrazar
[en el aire
aquello que escapa de mí
a morir entre los dientes del caos.
Por eso no pidan palabras seguras
no pidan tibias y envolventes
[vainas llevando
en la noche la promesa de una
[tierra sin páramos.
Hemos vivido entre las cosas que el frío enmudece.
Conocemos esa mudez. Y para quien
se acerque a estos lugares hay un [chasquido
de látigo en la noche
y un lomo de caballo que resiste.
ESTA MAÑANA
Esta mañana al despertar
al abandonar el lecho de cenizas del sueño
me incliné como siempre en el jardín
pero no encontré la ayuda de mis [palabras.
Quise saber por qué las aguas de [aquella mañana
iban por encima de mí
más lejos de lo que yo esperaba
pero no encontré respuesta.
[En el lugar
donde todos los días mi rostro va a reflejarse
encontré una piedra oscura
de afiladas puntas.
NO TENÉS NADA MÁS
No tenés nada más que palabras
y decir esto
y decir que eliminaste los límites
entre el ser y no tener
es casi decir lo mismo.
Trabajás con nada.
Escribís sobre el vacío.
Frente a la rugosa realidad
tus herramientas se deshacen.
Asomado a una noche extraña
arrasada por los vientos
poblada de estrellas furiosas
que una vez dictaron a otros hombres
los nombres de fuego de Arturo
la Osa y el Centauro:
tu lengua sin cielo
tiembla
y se retuerce.
LA ARAÑA
La veo asomarse en el orificio de un tronco podrido.
¿Cuál es, exactamente, su mundo? No lo sé.
Quizás sea ese tenso cordaje
entre ramas y hojas,
sobre el cual pretende ahora avanzar.
Alrededor nada se mueve.
Pero ella debe haber escuchado un [oscuro llamado:
¿Mide realmente
la distancia que la separa del centro?
¿O se siente poderosamente atraída
por ese vacío cargado de peligros?
Como nosotros, a veces, en medio
[de la oscuridad
y de las palabras,
ella, la araña, emerge de pronto
[hacia la luz
y se aquieta de golpe
atenta a todas las vibraciones
de la red.
TRABAJO NOCTURNO
Temprano
esta mañana
encontré en el patio de casa
el cuerpo de una enorme rata
inmóvil.
Moscas de alas tornasoladas
zumbaban alrededor del cadáver
y se apretaban en los orificios de [unas heridas
que habían sido sin duda mortales.
Con bastante asco
la alcé con la pala y la enterré
en un rincón alejado
del jardín.
Al volverme
desde el matorral de hortensias
[florecidas
emergió mi gata dócil
desperezándose.
Su brillante pelaje estaba todavía
erizado por la electricidad
[de la noche.
Me miró
y después comenzó a seguirme
maullando suavemente
pidiéndome -como todas las
[mañanas-
su tazón de leche fresca
y pura.
5
Suave es caer en la habitación
cuando hemos dejado detrás
esa acumulación crujiente de horas
quemadas para vivir.
Suave es la presencia de los muebles
la línea de tu nuca acompañando
la inclinación de tu cabeza
[sobre el libro.
Suave es el fondo de mar de tus ojos.
Y más suave la hora -en que ya
[cansado
pero terriblemente libre - enciendo
la lámpara que apagaré muy tarde.
1
Me voy temprano y regreso
[muy tarde
cuando la noche ha hecho ya
gran parte de su trabajo
y no queda tiempo para detenerse
[a mirar.
Así paso los días. Como si lo mejor [de mí
estuviera paralizado y muerto
o mejor como si no hubiera existido nunca.
Nada más que este rostro
{hipnotizado.
Como un pájaro nocturno
alguna palabra escala mi sangre.
Entiendo que debo quemar mis
[manos una vez más.
Abro el cuaderno y escribo
[rápidamente.
Todo arde.