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Política exterior con objetividad

Por El Litoral

Jueves, 24 de febrero de 2022 a las 01:00

La crisis de Rusia con Ucrania, el efecto global que causó y la posición argentina, se mezclaron en las últimas horas en un cóctel que todavía no permite advertir de qué grado será la resaca que le genera al país.
Julio Ramón Lascano y Vedia es embajador del Servicio Exterior de la Nación y Director de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Usal. En una columna de reciente publicación en Infobae, desarrolló una serie de fundamentos claves para comprender la necesidad de que las alianzas internacionales de los países estén atadas a un análisis desapasionado y objetivo de la realidad.
En su artículo, el especialista indica que “comprender las relaciones internacionales y las premisas que definen este confuso nuevo orden mundial no es tarea para la improvisación, sino tarea para dirigentes con espíritus y mentes intelectualmente muy preparados —inquietos en la materia— y con la capacidad profesional de objetivar la realidad política. Además analizar el escenario internacional en este siglo nos abruma de desafíos e imprevistos, lo que requieren conocimientos científicos rigurosos de historia y política que permitan perfeccionar cualquier diagnóstico”.
“Esta nueva guerra fría tiene un revés virtual pues en casi nada replica los cánones de la guerra fría del siglo XX, a la que tanto aportó el diplomático e intelectual americano George Kennan con la doctrina de la contención. Pero a la vez es muy real en la medida que las potencias mundiales defienden territorial y comercialmente, y de manera firme, sus roles hegemónicos. Una guerra planteada de modo caótico y no institucional, ahora típica de esta modernidad. Este supuesto orden además, confunde con facilidad a los líderes y jefes de los terceros Estados no protagónicos, algunos de los cuales desde un rol periférico se consideran ‘asegurados’ o centrales por su rol de aliados o socios circunstanciales de las potencias, así como la percepción de ciertas señales ideológicas o de pactos comerciales coyunturales, que en nada son símbolo de alianzas estratégicas con incidencia en el escenario mundial”.
“Desde siempre el equilibrio de poder ha buscado mantenerse firme a ultranza y más allá de los mejores esquemas de cooperación internacional como las mismas Naciones Unidas. Las nuevas guerras tecnológicas y conflictos territoriales o comerciales entre Estados, está a su vez atravesadas por nuevos veloces medios y formatos comunicacionales que no aclaran el panorama internacional sistémico. Son un desafío para la estabilidad de las política exterior y agudizan el desafío político profesional de diseñar una nueva agenda diplomática realista”.
“Observamos con satisfacción las acciones regionales que en estos últimos tiempos han favorecido una consolidación del relacionamiento con nuestro aliado estratégicos con Brasil, aún pendiente de consolidarse bilateralmente como elemento pétreo regional por ciertos vaivenes políticos. Mérito de la política y la diplomacia”.
“Pero estudiando con realismo las posibilidades de reconstrucción del país y los vecinos y, también enfocados en la inserción internacional, la preocupación de la política exterior se debiera concentrar en desarrollar una aguda diplomacia en los temas de la subregión, donde nos queda un rol de importancia para jugar. Independientemente de que sepamos que la política exterior posee políticas de estado invariables como Malvinas, Mercosur o los derechos humanos, debemos ser consientes que la subregión es el plano donde nuestro país puede en este siglo y hacia adelante, cobrar un nuevo protagonismo de peso real y favorable a los intereses nacionales. Las prioridades de relacionamiento bilateral que el país puede apostar sin temor a equívoco alguno pasan por Uruguay, Chile, Paraguay, Perú y Bolivia”, propuso y remarcó que la política exterior argentina debe estar “alejada de todo esquema ideológico anacrónico y desgastante. Una política que con profesionalismo permite generar un mayor desarrollo del país y producir más empleos para nuestra sociedad empobrecida”.
“Una política exterior abierta a escuchar a las voces y foros más preparadas en el ámbito intelectual, político, académico y diplomático puede aún generar una política internacional constante y prestigiosa en el escenario de las relaciones internacionales”.

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