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“El dibujo es lo primario en mí, lo más sincero que tengo”

Por El Litoral

Domingo, 19 de febrero de 2023 a las 00:00

Fabián Roldán es un artista correntino autodidacta que tiene una importante producción de obra y también hace algunos años da clases de dibujo para adolescentes y adultos en un taller que ya cuenta con varios años de presencia en nuestro medio. Se trata del Espacio Nube (Ombú 4941, barrio San Marcelo) que comparte con Darío Ojeda.
Nube surgió como la reunión de un grupo independiente de ilustradores y de armado de historietas interesados en la producción de dibujos que no encontraban un ámbito para compartir experiencias.
Darío le propuso dar talleres de dibujo a Roldán y así, de un modo casi natural, surgió la necesidad de empezar a mostrar lo hecho en estos encuentros. “En realidad no estaba muy convencido, pero me pareció bueno, y comencé allí ese vínculo con la enseñanza que continua”, me cuenta.
Roldán tiene una profusa y valiosa obra, aunque él pone en cuestión, todas las veces que puede, la calificación de “obra” a sus trabajos, tal vez por su gran modestia. Lo cierto es que forma parte de la escena local como artista visual desde 2005/6 con una producción de mucha calidad.
Fabián es una persona silente que habla a través de su obra. Es allí donde se expresa con elocuencia en un lenguaje propio, con un trazo seguro y reconocible inmediatamente, su voz se hace visible de ese modo.
Vemos de pronto un living flotando con saurios o perros estrafalarios, una caja que en la superficie tiene una casita, unos árboles secos y personas en sus soledades, debajo una escalera pequeña, un animal irreconocible acecha.
Un altar acumula ex votos: una vela encendida, un santo monta una bestia parecida a un perro, una estampita pequeña.
Una mesa florecida de árboles secos, universos cerrados con muñecos, mascaras, plantas.
Un dibujo nos muestra a Yolanda antes de acostarse que camina por el patio de su casa, descalza entre amapolas, mentas, mangos y nísperos. El jardín esconde un secreto.
Una curandera a bordo de un enorme surubí. Una bestia muestra sus enormes dientes que de día duerme y de noche despierta. Ojo: no lo mires a los ojos.
Una casa en lo alto de las albahacas donde un rey ha nacido. Un perfume de amapolas sobrevuela la escena.
Algunos vecinos han visto merodear a las criaturas del monte.
Veo a los Hijos de la noche, un puerto atrapado en una caja de vidrio.
Un cíclope cae muerto en un paraje desolado. Me vi morir, te vi vivir.
Un Leviatán se come al mundo en el apocalipsis.
Veo a nuestros demonios en medio de plantas y más plantas y después de tanto llover, crecen árboles en los humanos. Una mesa en medio de planteros.
Perros y jardines, jardines y más perros.
Así es el Universo de Roldán. Fragmentos de fragmentos. Estampas, dibujos que aparecen en lugares insospechados. Seres misteriosos en ámbitos misteriosos y sorprendentes. Hojas y enredaderas avanzando en cadáveres. 


Pensar y hacer, hacer y pensar
Roldán reconoce en la artista y docente Diana Aisenberg a una maestra, alguien que le mostró un mundo nuevo, una forma de ver, pensar y hacer obra.
Recordemos que Aisenberg estuvo en Corrientes en 2005, 2010 y 2011 para dar clínicas y talleres; y expuso en el museo Vidal una muestra itinerante llamada “Escuela” curada por Roberto Amigo en el 2006.
Roldán tiene muy presente la experiencia del 2005, cuando Norberto Lischinsky gestionó, como subsecretario de Cultura, el primer taller “Producción y análisis de obra para artistas visuales correntinos” desarrollado en Paso de los Libres, Monte Caseros, Bella Vista y Virasoro. 
Existe un dato que da cuenta de la importancia y diversidad del encuentro publicado por El Litoral el 24 de junio de 2006: “De la ciudad de Paso de los Libres, con Cristina del Castillo, Estela Queirolo, César Tschanz y Flavia Castillo Vicat, Monte Caseros con José Olivera, Ricardo Ortíz de Itatí, Susana Alderete y Olga Martínez de Bella Vista, Teresita Ocanto de Goya, Juana Rodríguez de Soto de Gobernador Virasoro y representando a Corrientes capital, María Teresa Abelenda, Ulises Bértoli, Camilo Candia, Walter Fernández, Esteban Gómez, Paulino González, Hada Irastorza, Hugo Justiniano, Simón Maidana, José Mizdraji, Mati Obregón, Virna Olivieri, Eduardo Pelozo Rajoy, Ana María Ramírez Verrastro, Fabián Roldán, Zunilda Silva, Fernanda Toccalino, Alejandro Uresberoeta, Cristian Velazco y Mabel Vilchez”.
“Partíamos en colectivo todos juntos y pasábamos dos días enteritos en esas ciudades. Si bien los lugares se habían concursado (básicamente por cuestiones logísticas), Diana aceptaba que se sumaran los artistas locales. La dinámica era conocida por algunos (los que habían participado de las clínicas de Antorchas y luego del Fondeo Nacional de las Artes), consistía en la socialización no solo de las producciones, sino también de los procesos, y también las dificultades” me cuenta Fernanda Toccalino que participó entonces como artista.
En ese momento el Museo de Bellas Artes estaba a cargo de Gabriel Romero y a fines de ese año, Toccalino quedo a cargo de la coordinación de los talleres y Romero asumió como director de Cultura de la ciudad de Corrientes.
Los artistas tenían que prepararse antes de partir: revisar las obras y el discurso que exponían al resto del grupo y a Diana. Cada participante mostraba su obra, contaba sus intenciones, procesos y se generaba un intercambio muy rico. Eran verdaderos encuentros de artistas.
“A Diana no le gustaban los lugares comunes, se la pasaba “pateando el tablero” (por esto, era resistida por muchos), removía estereotipos generando un nuevo modo de mirar (y de pensar). Evitaba referencias de la historia del arte (refugio de muchos, sobre todo de quienes estudiaron en academias), prefería ejemplos del cotidiano, entrenaba la mirada, nos hacía escribir. De esto resulta la creación de un discurso propio, más genuino” dice con milimétrica precisión Toccalino.


La Nube de Fabián
—¿Cuándo surgió el taller de Nube? 

—Fue hace dos años más o menos. Darío comenzó dando clases solo, después se sumaron otros amigos. En algún momento me propone acompañarlo, y al principio me negué porque siempre me interesó más la faceta artística que la docencia. Me pasaba en esos días, que me negaba a dar clases o talleres. Pero me di cuenta que eso significaba sumar una parte económica y entonces, bueno dije: “Vamos por ese lado también”.
—¿Qué curso das?
—Doy dibujo y pintura para adolescentes y adultos. 
—¿Con alguna experiencia o cualquiera puede ir?
—No, no hace falta experiencia. Comenzamos de cero o si hay alguien que tenga algún tipo de conocimiento no hay problema, evaluamos cada caso y vamos acompañando o guiando los procesos. En realidad, siempre pienso de esa forma, tal vez porque no me considero un profesor. Me gusta guiar, pero siempre para ser más libre. Obviamente que damos técnica también, pero se trata más un acompañamiento, al menos lo veo y hago de esa manera.
—¿Y quienes fueron tus maestros? ¿Con quién aprendiste?
—Al principio entré en la Escuela de Arte y a partir de allí empecé a tomar otras cosas. Era y soy alguien del mundo del video, de ver algunos maestros así. Me nutrí, también, un poco más de otro tipo de cosas, no solo de los profesores, pero si me preguntas sobre algún profesor o artista de acá, creo que general tome un poco de todos. Me gustan técnicamente algunos artistas que no los conocí (por la edad) como José Negro, o alguna etapa de Mizdraji que fue mi profesor. Hay cosas que he visto cuando visité su taller y me gustaron algunas obras. Y al que considero importante es el arquitecto José Ramírez, y tuve la suerte de decirle en su momento lo importante que fue para mí, y el sonrojaba ante eso. También reconozco a Lola Tour como mi maestra. Todos en la primera etapa de la Escuela de Arte. 
—¿Y qué otras cosas que te interesaron? Mirabas muchas historietas, cómics, ¿cómo pasó eso? ¿qué te interesó de eso? 
—Me nutrí un poco de todo eso cuando era muy chico. Lo que me pasó es que viví con mis abuelos mucho tiempo y me gustaba mirar enciclopedias que tenían muchas ilustraciones, muchas imágenes y eso empezó a gustarme. No sabía si era arte o qué que era. Dibujaba las imágenes, las copiaba. Después empecé a ver algunas historietas, un poco la revista Humor, en realidad miraba sobre todo las caricaturas.
Como hice la secundaria en una escuela técnica, creo que esa formación, de algún modo me devolvió al dibujo, aunque técnico, dibujo al fin. Desde ese momento no dejé de dibujar, no pude dejar de hacerlo y claro que ahí empecé ver a algunos artistas y descubrir por ejemplo a Carlos Alonso, es un artista plástico que me impresionó y por supuesto todo lo que tenga que ver con la gráfica: Fontanarrosa, Solano López, todo lo clásico siempre me interesó.
—¿En qué momento empezás a trabajar tu obra? ¿Cuándo te das cuenta de ese momento? ¿Cómo fue eso? 
—Empecé a darme cuenta o a preguntarme desde que empecé a hacer clínica, pero también puede ser un poquito antes. Obviamente cuando tomas clases y tenes profesores y esos profesores son artistas que te hablaban y muestran cosas, que te cuentan la vida y la obra de otros artistas, algo te cambian. Recuerdo que nos llevaban a visitar las muestras que había en ese momento. Allí empecé a preguntarme cosas relacionadas con lo que estaba haciendo entonces.
—¿Cuándo fue eso? 
—En 2005 más o menos. Fue una convocatoria abierta, me presenté y quedé.
—¿Y quién era el maestro o el referente?
—La artista y docente Diana Aisenberg. Desde ahí empecé a conocer más gente, otros artistas con los que podíamos charlar, contarnos un poco las producciones o intentar hacer producciones también. Creo que desde ese momento y con Diana es que puedo decir (no sé si hacer obra), pero sí que me cambió la cabeza, también cambió la forma de ver mi producción y ser consciente que no es tan fácil hacer obra. A mí al menos me cuesta decir la palabra obra, me resulta más fácil decir producción, obras no sé, me queda grande creo.
—Mucha de tu producción está muy vinculada al trazo, al dibujo. ¿Por qué esa búsqueda por el dibujo? Después -por supuesto- aparecen los colores, la pintura, pero se me ocurre que siempre está presente el dibujo. ¿Es así? 
—Creo que trato de ser lo más sincero siempre. Hace un tiempo traté y trato de cambiar o no encasillarme tanto, a veces digo que quiero dejar de lado el dibujo, pero siempre aparece, vuelvo a eso. Capaz es mi zona de confort y, estoy negando a otras cosas, pero a la vez digo: desde siempre dibujé y creo que es el camino, es por ahí para mí. Y la pintura, por supuesto que sí. Tal vez en su momento me decían que veían pinturas dibujadas. Por eso intento hacer otras cosas, hacer instalaciones por ejemplo.
—¿Cómo surge el dibujo? ¿Surge como una búsqueda o aparece? ¿Hay un boceto? ¿Cómo es el proceso? ¿Cómo comenzás?
—Me ocurre que soy muy automático, hay cosas que ya tengo, hay ciertos temas ciertos recurrentes en mí, estoy haciendo garabatos casi todo el día, me pasa que siempre estoy dibujando, a veces sin tener ningún tipo de tema, investigo digamos. Me doy cuenta que me siguen interesando ciertas cosas del barrio, o mejor dicho de los jardines. Como he vivido en la casa de mi abuela, siempre estoy retomando ciertas cosas de ese momento, y el dibujo sale, no puedo soltar eso.
—¿Bocetás? 
—Sí, hago bocetos, pero si tengo que hacer alguna pintura, por ejemplo, voy directo nomás, no doy muchas vueltas con eso. También hago cosas a pedido y eso tengo que bocetar.
—El tema es que no hay en tus dibujos una copia de la realidad, hay una creación marca Roldán que a lo largo de esto años vos construiste. En tu obra hay personajes en un universo especial, a veces raro, a veces naiff a veces siniestro, pero nunca caen la tragedia. Me parece que ahí hay un borde de humor que vos trabajás. ¿Cómo haces todo eso?
—No sé si yo lo veo tan así, me han dicho que, si tiene algo de ironía, y sí tiene algo de ironía.
—¿No te proponés eso?
—Creo que a veces sí, creo que a veces sí esa es la intención, pero hay cosas que quiero dejar de hacer, pero llega un momento y digo bueno esto es lo que hago y lo que soy. Me gusta lo naiff, las cosas más sueltas, natural, tiene algo de eso. Y con ese condimento de la gráfica y la plástica, aunque no sé si lo logro, pero yo a veces veo eso. 
—Me estás diciendo lo largo de toda la conversación es que el dibujo siempre está presente, aparece aún en las pinturas. ¿esto está relacionado con el cómic a veces?
—Sí, la gráfica está siempre presente para mí y el humor también. Hay tantas cosas dando vuelta en mi cabeza que pienso que la mayoría van a una licuadora y de eso, saco algo. Con los años fui cambiando, antes hacía perros, plantas pero nunca me puedo liberar del dibujo.
—¿Y en qué estás trabajando ahora?
—Ahora estoy haciendo pintura, estoy en un proyecto que tenga que tiene que ver con el fútbol, no sé, justo coincide con lo del Mundial, pero fue el año pasado cuando surgió algo que tenía ganas de hacer algo con eso. No sé, tal vez sí llevarlo a una pequeña muestra o algo así pero sí era un poco relacionado con el fútbol. Más que nada relacionado con las canchas, bastante obvio, pero sí quería hacer algo con eso.
—¿Sos futbolero?
—Más o menos, creo que en su momento fui más fanático, pero ya no. Me interesa un poco la cancha, cómo se ve y creo que estos cuadros que trabajo ahora tienen mucho de gráfica otra vez. Por eso digo otra vez, que al dibujo lo quiero sacar de mí, no lo quiero usar, pero está en mí; soy consciente que tengo que usar eso, me niego, pero aparece. Estás ideas de la cancha surgieron de varios bocetos y creo que puede funcionar, no sé, tendría que mostrarlo. Está en producción todavía.
—En general tus formatos son más bien de pequeños o medianos. ¿Trabajas grandes formatos?
—Ahora no puedo trabajar formatos grandes, la verdad que no tengo espacio, estoy sin espacio desde hace un tiempo largo; entonces, no puedo. Antes tenía mi taller, ahora ya no y la verdad que sí me gustaría tenerlo, pero lo veo un poco lejano. Hago cosas en papeles y bastidores, pero bastidores chicos por eso.
—¿Y tenés una forma de trabajar? ¿Sos nocturno o diurno?
—Ahora, más diurno, pero el momento para mí siempre fue la noche, ahí estaba tranquilo, laburaba con mi lámpara. Por eso te digo, cuando tenía taller como que era más… estuvo bueno, la verdad me gustó mucho, tenía y bueno eso.

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