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Los poetas no mueren, se quedan encantados

Domingo, 14 de mayo de 2023 a las 01:00

Por Rodrigo Galarza
Especial para El Litoral

Alguna vez le oí decir a Francisco Madariaga la frase atribuida a otro gran poeta Enrique Molina: “Los poetas no mueren, se quedan encantados”.
Desde este espacio nos resistimos al olvido de los poetas que ya no están. Qué mejor que recordarlos con sus poemas. Aquí están y estarán siempre: Oscar Portela: Loreto, 1950. Corrientes, 2014. Gabriel Mariano Soto: Resistencia en 1967.Corrientes, 2017. Marily Morales Segovia: Yaguareté Corá, 1935. Corrientes, 2017. Tony Zalazar: Resistencia, 1980. Corrientes, 2021. Alejandro Mauriño: Buenos Aires, 1948. Corrientes, 2021. Darwy Berti: Corrientes, 1937. Corrientes, 2022. Marta Elgul de París: Lavalle, 1921. Buenos Aires, 2022. Jorge Sánchez Aguilar: Corrientes, 1936. Corrientes, 2022.

 

Tierra
La tierra ebria sobre mí y yo en un carruaje azul
bajo las aguas. La tierra inmóvil como un amante
que duerme el sueño estremecido de las victorias
absolutas y yo en una volanta azul bajo las aguas
poseído por temblor de las especies bebiendo
con el oído de las aguas lamente del sexo del
viento que también quiere ser poseído por tus temblores tierra

¡Al fin el sueño antiguo sopor de la caída!
La bella en el crepúsculo dorándose y cayendo
hacia el más sueño de los viajes sin retorno,
doncella convulsa en sus mareas queriendo
despertar desnuda por vencidapor los ahogos
del amor.

¡Déjame así dormir sobre tus muslos
el sueño antiguo y poderoso! ¡Obsedido de música
y de mar ardo en deseo! 
¡Este es mi ropaje! ¡Me estremezco de amor!

¡Este es mi aire!
                           Oscar Portela 

 

Vacío 
¡Cuando miro con mejores ojos buenos 
todo el mal que viene 
de este mundo. 
Solo a este mate le confío mi esperanza 
solo mi alma deberá recalar en la paciencia 
dentro de aquel vacío redimido 
en el rostro de Dios!
                          Mariano Soto

 

PoemaVIII
Tú preguntas.
Yo respondo.
Yo pregunto.
Tú respondes.

Y se forma
la trama
que envuelve
nuestro silencio.
                          Marily Morales Segovia 

 

Sus tratos 
En el sustrato de estos ojos
está intacto el jardín de mamá,
están sus manos como raíces
hundiéndose en la tierra
y están sus dedos
que disuelven terrones,
que desentrañan cizaña
y extirpan los bulbitos
que sólo dan maleza.
Está mamá con las manos sucias
limpiando la tierra
ablandando la sequedad
y dándole a los surcos
el agua y la bosta 
que inciten el despertar
de la semilla
que reanimen a los gajitos
arrancados
como al descuido por ahí.
 
Ahí está ella en cuclillas
poniendo el lomo de su mano
ante el golpe del agua
que deja caer de la jarra.
Antepone su mano siempre
y la agita con ternura
para que el peso del agua no aplaste
al brote
no ahogue a la semilla
ni desentierre nada que no deba.
 
Así florece el jardín entre sus manos
raíces, regadera, escudo
manos que esparcen
el perfume del querer
entre insectos que lo celebran.
En el sustrato de estos ojos
está intacto el jardín de mamá,
si algo florece lindo en mi mirada
sólo es por el sustrato que lo impulsa
por lo bonito de esta vida que nos riega,
y nada más.
                         Tony Zalazar

 

Seré    
Como un alba para ciegos sordos, 
aquellos a los que 
ni el alboroto de los pájaros matinales 
alteran. 
  
Tierra, incógnita planta vista 
en la anónima banquina, 
pez que rompe la superficie chata de la laguna. 
Ello seré. 
  
Alcurnia de serpientes, llaga. 
Queso y cebolla atornillados a la pizza 
del hambre venidero. 
  
Lluvia sobre la mar. Río que horada 
la pampa del ñandú y la ceniza. 
Un viento como de la memoria. 
  
Seré más que lo que tu imaginación 
te dicte. Más que el rayo, más 
que los espasmos locos de la vida, más 
que el pan y el vino, más 
aunque no exista. 
  
Una imagen micronésima en un recuerdo. 
Un aroma. Un plato harto de  comida caliente. 
Una copa con agua. Una miga. 
  
Seré constante, hasta la risa. 
Una hormiga y un ratón inmortal. 
La cueva del oso, la raíz de la encina. 
La cauta espera. 
Y hasta la mosca que olisquea 
la nariz de tu cadáver. 
                            Alejandro Mauriño

 

El fuego
Fuego de innumerables lenguas para 
difundir la noticia de mi amor, 
fuego marcado por los dedos del viento, 
fuego que grita por los dientes de la 

lluvia, fuego que se levanta y se acuesta
sin contentarse nunca con nosotros, 
fuego que espanta todas las bestias, 
fuego que quiebra el vaso de la noche, 

fuego que lame las cabezas bajas 
y vuelve blanco todo lo que toca;
el fuego de la rosa que cae pétalo 
a pétalo encima de tus ojos 

que arden entre sus pequeñas ramas, 
el fuego del otoño desnudando 
los árboles con breves lenguadas, 
el gran fuego de tu lengua y mi lengua...
                          Darwy Berti

 

El poder de la luz
Trepando con tus manos
el sol de mediodía
escribiste las primeras palabras de amor
sobre mi cuerpo.
Después
el viento y las lluvias las borraron.
Sin embargo
el poder de la luz
hizo que me reconocieras y 
pronunciaste idénticas palabras
sobre el mismo cuerpo,
enardecido lecho que entonces irradiaba
el solar aroma de la vida.
                         Marta Elgul de París

 

A Olga Piñeiro
y el Verbo se hizo agua/ 
y comenzó a fluir 
por el cedro sagrado de la lengua/ 
y se nos hizo agua la boca/ 
por eso está sin cesar húmeda de vos/ Poesía

si el lenguaje no fuera una agua que fluye/ 
¿pudieran las palabras seguir siendo ríos 
en la boca seca?/y el silencio?/ 
y el profundo origen del canto?/ 
y el espejo de las voces?

metafonía: el zorzal desata una cascada de agua 
dándole cuerpo a la nostalgia del Paraíso?

¡la palabra-alma imagen del Verbo/ 
al ser soñada y pronunciada/ 
onomatopeya de Dios! 
América vuelve a tu casa
América vuelve a tu casa
libérate de la A opresora de tu nombre
así podrás reestrenar el traje del colibrí
y volver por tu herencia: la Risa y el Rocío
vinimos a este mundo a soñar sin miedo
sabiendo que no se puede apagar
con saliva de discursos mentirosos
nuestros pechos que se consumen en hogueras
la tierra no sólo sirve
para enterrar nuestros huesos
sino antes que nada para que haya vida
y vida en abundancia
todos los días reguemos
la parcela de la aurora que nos toque
¡un gran Viento se ha levantado!

                       Jorge Sánchez Aguilar 
 

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