En noviembre de este año se cumplirán tres años de la desaparición física de unos de los poetas más importante que ha dado Corrientes, la región y su proyección latinoamericana. Su obra absolutamente enraizada en la religiosidad guaraní, la hace única y necesaria en estos tiempos en los que la memoria e identidad no tienen cabida o han sido fagocitadas por la llamada globalización.
En 1979 Jorge Sánchez Aguilar publica el poemario “Tierra sin mal”. Por aquel entonces el concepto de esa especie de paraíso terrenal que buscaban los guaraní y que de algún modo impulsó las grandes migraciones de esta etnia, no se conocía mucho en Corrientes (salvo los que habían leído a León Cadogan) o al menos casi nadie hablaba de ello. Aquel “primer” libro, dotado de una madurez inusual en un debut literario, marcaría el arranque de una obra poética sin altibajos cuya carnadura gira en torno a un eje fundamental: la cosmogonía guaraní. Sánchez Aguilar sabe tal como los antiguos poetas y teólogos de la selva que la raíz de toda celebración del “estar en el mundo” es el canto, y por eso canta (como lo han hecho los grandes poetas) con una voz llamada a crear un nuevo espacio de asombro, un ahondamiento en el misterio esencial hacia la búsqueda del centro, de la incandescencia misma de la palabra re-ligadora, a través de la activación de la memoria de los mitos. Y el poeta lo hace, según nos señala la poeta y ensayista Graciela Maturo por medio de una “recuperación fenomenológica que nace de su propia vivencia, y de una mirada interpretativa que asume el mito como presente permanente”. Esa actualización del mito le permite a Sánchez Aguilar abordar el imaginario guaraní desde su rica densidad sin que esto caiga en lo meramente folclórico. A diferencia de Francisco Madariaga, otro gran poeta correntino, quien para cantar a nuestra tierra y su gente, mitifica el escenario y su gauchillaje, Sánchez Aguilar parte del mito y asume su herencia. El poeta se hunde en la realidad y da testimonio de aquello “fundante” del mito dotándolo de sus propias cargas emotivas para actuar y contemplar el mundo. Su mística, alimentada por el constante éxtasis de ver el mundo por primera vez, es “maíz puro gozo” donde “…el sueño se hizo palabra/ canto de profetas/ tierra de fiesta/ espacio del amor”. La “vía unitiva” de la mística occidental cristiana de San Juan de la Cruz se abraza en perfecta comunión con la mística del chamán.
Muestrario mínimo
entréme donde no supe/
y quedéme no sabiendo(...)
el espíritu no dotado/
de un entender no entendiendo/
toda conciencia trascendiendo”
San Juan de la Cruz
1
y tensa la sed su tejido
[hasta lo indecible
el canto intenta armar la textura
[de la palabra inocente
urdimbre de letras que
[con la luz va tramando
lo visible con lo invisible
dando testimonio de que
[lo indecible existe
y amenaza a la boca
[con una flauta de fuego
2
balbuceo entre la noche y el alba
inminencia de epifanías
está allí la punta del hilo
[de la palabra
está allí la flor de la divina
[sabiduría que se abre
al Esperma de Dios
dejándome la lengua desollada
[y destruida
en la pura claridad del vacío inútil
3
allí se nace
en la matriz de la tenue neblina
de la palabra- semen
“Instante en que lo inorgánico
se transforma en respirante”
(J. Lezama Lima)
4
allí burbujean perpetuamente
los signos y las sombras
mientras el rayo silencioso
[de Tupán
timonea los nombres
que quedan de las cenizas:
principio del canto
**
¡qué intensa la visión
[en la espiral del sueño
de las traslúcidas trenzas/
territorio del relámpago sin trueno/
cabelleras de palmera
[en mi lengua!
a contraluz perdida mirada/
¡haber rescatado desde tan lejos
tu condición de huésped
[en la casa del deseo!
soledoso oleaje cercando
[el mundo del origen/
¿qué incierto trópico y sus lluvias te hicieron fábula en mi vida?
**
hojas rizadas del tamaño
[de una constelación/
fogatas de apariciones cotidianas
[donde busco tu forma/
[y creces ardida/
vacilante entre los altos
[y los bajos del verano/
permaneciendo en otro umbral
allí colgó el zorzal su silbo/
música inmutable
[en el instante simple/
reflejando el infinito rumor de
[febriles premoniciones
allí el amor es lo eterno
[y no lo amado
**
te poseo por la palabra
habitante en mi boca
puerta abierta del silencio
te profiero y me poseés
con el canto salvaje
[de tus moradas
estoy en el centro de la hélice
que motoriza el éxtasis
[y la ebriedad
corazón expectante
[por la posibilidad
de despertar en sueños
**
me poseo en vos
mi cuerpo lleno de agujeros
reclama emparejar
[el hondo de la ausencia
borrar las huellas del sólo sueño
alisar los pliegues de la carne
[y de la sangre
de la sombra y de la
[pura extensión
[del pleamar de la luz
me arborizo en tu cuerpo
hasta volver al origen
aún arde en la madrugada
el árbol del puro sueño
¡toda vos en él!
**
A Olga Piñeiro
y el Verbo se hizo agua/
y comenzó a fluir
por el cedro sagrado de la lengua/
y se nos hizo agua la boca/
por eso está sin cesar
húmeda de vos/
Poesía
si el lenguaje no fuera una
agua que fluye/
¿pudieran las palabras seguir
siendo ríos
en la boca seca?/ y el silencio?/
y el profundo origen del canto?/
y el espejo de las voces?
metafonía: el zorzal desata
una cascada de agua
dándole cuerpo a la nostalgia
del Paraíso?
¡la palabra-alma imagen del
Verbo/
al ser soñada y pronunciada/
onomatopeya de Dios!