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El poder del NO y la riqueza de valores, por encima del papel moneda

La mirada familiar sobre un histórico caso de la Justicia en Corrientes.

Por El Litoral

Viernes, 05 de septiembre de 2025 a las 17:31

Por Juanp y Naza, papá y mamá de la víctima
Agosto 23. Un domingo más, de esos que en casa abundan. Familia, almuerzo, charla. Ese era el plan, pero esa jornada fue muy distinta. Desde esa mañana, todo cambió para nosotros. 
Primero: llantos a mares. Luego, coraje para la confesión. Desde ahí, terapias, muchas. Contención y un carrusel de emociones. Una adolescente alegre, volvió al medio de la cama de papá y mamá, en posición fetal, en busca de cobijos, de abrazos, de pocas palabras, menos de las habituales. Sólo estar. 
El hecho de convivir en el mismo colegio con quien abusó de ella, y ver el intento de sentirse “impune” por parte de quien se sobrepasó a pesar de los NO reiterados, disparó la necesidad que detectó nuestra hija para eyectar los resortes disponibles para empezar a caminar un proceso doloroso, traumático, pero con la clara y determinante búsqueda de sanar. 
Llegó el caso al colegio, que se portó muy bien. Salió la perimetral. Pero seguían algunos hostigamientos, intentos de desacreditarla, de minimizar lo ocurrido. Los baños del colegio con grafitis, las redes sociales con algunos tomando partida. 
Una de las mejores etapas de la vida, nuestra hija debió sobrellevarlo con mucha angustia. Prefirió no ir a Bariloche de egresada. Optaba a que fiesta de recepción ir, para no cruzarse con su abusador. Muchas noches, con la perimetral en la cartera y en su teléfono, porque además de haber sido víctima; se empoderaba para no ser ella quien interrumpa su vida. Pero cada vuelta a casa, estaba para nosotros cargada con la incertidumbre de saber que nos decían sus ojos, su humor, su estado de ánimo.
Hoy, como padres que sólo acompañamos el proceso que optó nuestra valiente hija, no hacemos más que elevar una lucha e instalar una problemática más común de lo que imaginamos como sociedad. 
Mucho intentamos no pre - juzgar a la familia del hoy condenado. Pero antes que cante un gallo, de inmediato, pudimos detectar que tampoco interpretan lo que significa un NO. Idem a su hijo. Se buscó neutralizar la denuncia. Se ofreció “compensación económica”, se intentó insertar de manera extemporánea al proceso a pagos testigos guionados. 
Hoy, nuestra hija eleva y grita lo que quisieron callar, desacreditar. Hoy nosotros, como padres, no hacemos más que acompañar. Con la convicción cada vez más firme, que la familia, el núcleo básico de una sociedad, es donde los valores se siembran, se construyen, se cimientan.
Dignos, y consecuentes del poder más inmaterial pero poderoso del cual nos alimentamos: el amor. Sin revanchismos, con la mera intención de que se haga justicia, de sanar; y de exponer que por más traumático que sea el trance; el valor del NO, pesa más que el papel moneda y hay con qué combatirlo: la justicia.
Cuando nuestra hija encontró paz, tras el fallo; decidió contarlo con una valentía admirable. Del otro lado, silencio sepulcral, y pedido redundante de callar, de silenciar “porque ya está el fallo, con eso basta, pues la familia está afectada”.
Nuestro nido, en silencio, fue afectado por completo desde agosto de 2023. 
“Si bien la responsabilidad penal es individual… recayendo en gran medida a la responsabilidad de los adultos formadores de ese entonces adolescente; por lo que considero que sería acertado que ambos progenitores realicen tratamiento junto a su hijo…” (Pag 6, párrafo 3 de la sentencia) 
Eso reza el fallo judicial. Tras un proceso en el cual el abusador concurrió al estrado sólo escoltado por sus abogados. Sin emitir palabra alguna. 
De ahí, radica nuestra mayor riqueza. En ese contraste. Nuestro mayor escenario es la familia, nuestra mayor y mejor producción son nuestros hijos. Trabajamos por los intereses, porque el capital, lo tenemos en casa. 

 

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