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¿Por qué a veces decidimos por lo malo?

Somos testigos a diario, a veces con asombro, de cómo muchas personas deciden inclinarse por lo malo. Te invito a considerar a continuación dos de los motivos más comunes por los que esto suele ocurrir.  

Por Bernardo Stamateas

Colaboración Especial

1. Por la influencia del entorno (dañado)

En un lugar donde existe corrupción, algo que no es exclusivo de ningún país ni institución hoy en día, donde las personas compiten y no tienen problemas en pisar a otro, donde “las cosas son así y no se pueden cambiar” (es decir, que reina un determinado sistema), es difícil no caer en lo mismo que hace la mayoría. 

Por supuesto esto no es una justificación para hacer lo malo sino más bien un intento por comprender por qué alguien que consideramos “decente” podría incurrir en estas acciones. Por lo general, en estos ambientes se respira la sensación de que allí no hay una autoridad establecida que nos pueda descubrir.

En muchas ocasiones, sobre todo en tiempos de crisis, los seres humanos simplemente nos fundimos en la multitud. De este modo, sentimos que ya no poseemos identidad. Esto hace que seamos capaces de hacer algo malo y que nos escudemos en ese anonimato colectivo. El pensamiento detrás de ello es: “Está todo perdido, así que no importa lo que yo haga”.

Entonces, si alguien se lleva algo del trabajo, ya no parece tan malo… porque todos lo hacen. Está comprobado que nuestro estado de ánimo, sumado a la atmósfera del entorno, influye grandemente en nuestro comportamiento. Tanto para bien como para mal.

2. Por obediencia a la autoridad

Sucede también a menudo que una persona en una posición de autoridad, que tiene poder y prestigio sobre muchos otros, le solicita a un subalterno que lleve a cabo algo que es ilegal o poco ético. Este último sin duda tendrá dificultades para negarse a hacerlo, ya sea por creer que le debe obediencia ciega a su superior o por temor a un posible castigo de su parte. 

Esto quedó en evidencia por el experimento realizado en 1966 por el psiquiatra Charles Hofling sobre la obediencia de un grupo de enfermeras a médicos desconocidos. Estos les pidieron administrar una sobredosis peligrosa de un medicamento (que era sólo un placebo) a los pacientes de un hospital. El resultado fue que 21 de ellas, de un total de 22, siguieron las órdenes al pie de la letra.

¿Qué haríamos nosotros frente a ese dilema hipotético de las enfermeras?

Aquí tampoco estamos justificando el hecho, pero muchos harían lo mismo que las enfermeras. Sobre todo, cuando la persona inconscientemente le teme a la autoridad (tal vez por la relación con sus padres) o, en caso de un empleo, cuando tiene miedo de perderlo porque es su única fuente de sustento. 

Sea cual sea la razón que explique la decisión de hacer aquello que no es bueno para nosotros, y a veces tampoco para quienes nos rodean, debemos tener presente que los seres humanos contamos con algo que nos ha sido dado a todos por igual: el libre albedrío. Decidir por lo malo, o por lo bueno, pase lo que pase afuera, siempre depende de mí y de nadie más.

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La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) permitirá la importación de productos con derivados del cannabis para uso medicinal. A través de la Resolución 654/2021, publicada en el Boletín Oficial, el Ministerio de Salud de la Nación aprobó el Régimen de Acceso de Excepción “a productos que contengan cannabinoides o derivados de la planta de cannabis destinados exclusivamente para uso medicinal, ya sea para el tratamiento de un paciente individual o bien dentro del contexto de una investigación científica”.