La historia real de nuestra argentina pone los puntos sobre la “íes” con respecto a Gervasio Artigas, el oriental que termina haciendo un flaco favor a las Provincias Unidas, poniendo en riesgo la emancipación y deshilachando su propia figura, que en los inicios de los sucesos de Mayo se había ganado un lugar de admiración y respeto. Dejó al descubierto su compleja personalidad con su franca declaración de guerra al poder nacional. Señala el doctor Ángel Acuña, el gran biógrafo de Manuel Florencio Mantilla: “Escobar, otro delegado de Artigas con poder en Corrientes, llamó entonces al comandante Andrés Guacurarí, que se hacía llamar Andrés Artigas, quien invadió y se apoderó de Corrientes, extremando el régimen de barbarie y desolación.
Vedoya, que también se disputaba con Escobar y otros, la autoridad que decían ellos les otorgaba Artigas, huyó refugiándose en Buenos Aires, mientras Andresito hacía su entrada a la ciudad de Corrientes el 21 de agosto de 1818, cometiendo toda clase de excesos”… Andresito, dispone que una guardia permanente cubra el domicilio de la familia Vedoya, donde él se había alojado. Esta propiedad se hallaba ubicada en la calle 25 de Mayo, entre La Rioja y Salta, al lado de la casa de la familia Madariaga. Asimismo, los indios misioneros que seguían a Andresito, se instalaron en casas particulares después de desalojar a sus propietarios. Todos ellos eran víctimas de los arrebatos de furia de su jefe que los “sableaba” tanto como a los vecinos de la ciudad. El estado de embriaguez de Andrés Guacurarí era constante y diario. Con respecto a estos indios, dice el historiador Manuel Florencio Mantilla: “que presentaban un aspecto realmente repugnante, andaban casi desnudos, sucios y que algunos se cubrían con un raído chiripá y otros con pedazos de cuero.”
En el alojamiento del indio Andresito, ondeaba la bandera del ejército de Artigas, que era colorada, blanca y verde. Señala el Prof. Enrique Deniri: “En realidad Andresito fue la cabeza militar de un ejército de ocupación que invade Corrientes a pedido de artiguistas locales -los Escobar- y repone en el gobierno a Juan Bautista Méndez, pero nunca reclamó para sí el título de gobernador como postulara una leyenda.”
El historiador Wenceslao Domínguez comenta la invasión de Andrés Guacurarí a Corrientes en base a la Crónica Histórica de Mantilla y la Memoria de Félix Pampín y deja claramente asentado que el indio invade Corrientes a pedido de Miguel Escobar, derrotado por José Francisco Vedoya, y no por orden de Artigas. Califica a Andresito de “rudimentario que poco bueno podía hacer por su permanente beodez…”. Ve la estadía del ejército guaraní en Corrientes como un período de procedimientos violentos y agresiones, primero por cuenta del irlandés Campbell y luego de Andresito quien redobló las brutalidades. Hasta sus propios servidores fueron azotados en plena calle, escenario de los castigos que decretaba. Félix Pampin vivía frente la Plaza y fue testigo ocular de todo.
Las prendas de Andresito: “Narración histórica”, reproducido del diario “La Patria” de Goya, “Noche que Andresito salía a recorrer las calles de la ciudad de Corrientes con su banda de música compuesta de violines y bombos, era víspera de amanecer muchos apaleados en cama.
Cada serenata que daba se echaba a pechos sendos vasos de caña, que si no le ofrecían espontáneamente en las casas, pedía sin etiquetas; de suerte que siempre se ponía borracho antes de terminar su gira y la concluía a sablazos con sus soldados, sus músicos y los infelices ciudadanos de quienes primero se acordaba.
En ese estado le daba por administrar justicia. Una noche que andaba de jarana, quiso mostrarse galante con la señora doña Dolores Mantilla de Blanco; y a eso de la una de la mañana sintió la mencionada señora que la música de los indios invasores sonaba en la puerta de calle de su casa, distinguiendo perfectamente bien la voz del general que ofrecía a gritos aquella serenata temible. Muchas niñas amigas de la señora y sus jóvenes hermanas se hallaban refugiadas en su casa desde la entrada de los guaraníes misioneros. Vivian encerradas y poseídas de un miedo cerval. La música llegó a los oídos de las niñas como si fuera el estallido de un rayo. El caso era en verdad gravísimo. Si Andresito exigía ser recibido ¿Cómo negársele, con qué resistirle? Y una vez en la casa ¿no se le ocurriría al indio armar en ella un baile, como acostumbraba, y obligar a las jóvenes cuya permanencia en la casa podía haber conocido, a bailar con sus soldados o someterlas a otros vejámenes?” Félix Vicente Pamín apuntó en sus cartas casi diarias que escribía como testigo directo que fue de estas atrocidades, todos los desgraciados pormenores de esta situación.
Así como que en cualquier momento sucedían hechos como estos: cierto día “En lo mejor que 12 indiecitos lucían sus habilidades formando una pirámide, Andrés se lanzó sobre ellos sable en mano y empezó una sableada general que puso fin al baile con más de una costilla rota.”
“Que más querían los bárbaros! Respetaron es cierto, las casas de familias más distinguidas; pero, en las demás hicieron iniquidades. Puerta que encontraban cerrada, la echaron; siendo mujer, aun las viejas, eran arrastradas al atrio de la iglesia, vestidas o desnudas como las encontraban o las levantaban de sus camas; saquearon las casas, y apalearon e hirieron a discreción. Y cuidado con que ninguna de las víctimas llorase. Tras la violencia de los indios estaba el sable del comandante Andrés Guacurarí.”
Estos son algunos pocos apuntes de muchas cartas que este vecino de la plaza central de Corrientes, Félix Vicente Pampin, fue escribiendo para que no quedaran en el olvido estas trágicas escenas que producía la barbarie en Corrientes.
Andresito hoy - Aunque lo peor y difícil de perdonar ocurre en la actualidad, cuando fabuladores de la historia en su pretensión de describir a Andresito como una figura grande que no fue, más allá de sus atributos como aborigen, socarronamente describen estos trágicos pasajes impregnados de vejámenes y usurpaciones, con comentarios casi festivos, sin pensar que cualquiera de aquellas infelices mujeres y hombres maltratados, pueden ser perfectamente sus bisabuelas o tatarabuelos. Perdonémosles… no saben lo que hacen.
Andresito abandona Corrientes el 14 de marzo con sus divisiones, iniciando así su alejamiento del territorio provincial. Solo dejó algunas divisiones para ayudar al sostenimiento del gobierno del Capitán Juan Bautista Méndez.
Pedro Ferré en sus memorias: “No quisiera recordar la abyección en que se halló mi patria cuando después de haber sacudido el yugo del rey de España quedó uncida al de Buenos Aires, y a la vez al de don José Gervasio de Artigas y al de don Francisco Ramírez, que cualquiera de los tres hacían desear el primero; pues la libertad y demás derechos del hombre sólo se leían en las proclamas y gacetas y se oían en los versos patrióticos: mientras tanto éramos, como nunca, despreciados, oprimidos, y hechos de ludibrio de nuestros opresores.
“Me es un tormento no poder olvidar -dice Pedro Ferré-, y más el tener que referir, lo que sufrió mi patria”
“Se vio en Corrientes una sociedad pública de ladrones, que salían de noche con música, y al son de ésta robaban almacenes, pulperías, tiendas y casas particulares de la ciudad, teniendo a ésta en consternación, y obligando a muchos a ocultar sus intereses en los templos y conventos, y ni éstos estuvieron seguros de su rapacidad.
Señala en sus memorias Ferré: “A esta época siguió el temor constante por mucho tiempo, en la que estuvo la provincia entera a discreción de los indios misioneros y de los que sin serlo se unían a ellos haciendo alarde de su inmoralidad; sus honrados y respetables vecinos azotados públicamente y obligados a carpir por sus manos la plaza de la ciudad.”
Se enfrentan Artigas y “Pancho” Ramírez: La ruptura entre ambos caudillos y el disgusto de Artigas, quien consideró una traición del entrerriano que no hayan sido convocadas para la firma del Tratado del Cuadrilátero, ni Corrientes, ni Misiones, ni la Banda Oriental. Luego de la firma del famoso tratado Francisco Ramírez volvió con sus tropas a su provincia, porque temía que los portugueses la ocuparan. (Ya habían invadido la Banda Oriental y vencido a Artigas).
Artigas, con su aliado el gobernador de Corrientes, Juan Bautista Méndez, invadió Entre Ríos ocupando Arroyo de la China (hoy Concepción del Uruguay). Hacia allá fue Ramírez y retomó su pueblo natal, aunque Artigas logra vencerlo en Arroyo Grande y las Guachas. Ramírez pide apoyo y consigue refuerzos de Buenos Aires, llegándose hasta el litoral el Coronel Lucio N. Mansilla, quien ayuda a derrotar a Artigas en Las Tunas el 24 de junio. Las derrotas lo empujan al protector hacia el norte peleando siempre. El 24 de julio es vencido en su campamento de Abalos y sin posibilidades de resistencia, termina emigrando al Paraguay el 23 de septiembre, donde el dictador Gaspar Rodríguez de Francia le concedió asilo, confinándolo en San isidro, donde pasó los últimos 30 años de su vida, hasta que falleció sin volver a su Uruguay natal.
Misiones inventó este ídolo de barro - Triste novela la que inventaron los misioneros con el propósito de cubrir un bache que tienen en su historia. Misiones es una provincia muy joven, construida sobre un hermoso territorio que fue siempre de Corrientes. El 22 de diciembre de 1881, por ley del Congreso se federalizó a Misiones, separándola de la Provincia de Corrientes, creándose el Territorio Nacional de Misiones que recibió a su primer gobernador coronel Rudecindo Roca el 11 de enero de 1882.
La nueva capital fue el pueblo de Corpus que pasó a ser llamado “Ciudad de San Martín”, sin embargo el gobernador residía en la actual ciudad de Posadas, que seguía perteneciendo a Corrientes. Por ley Nº 1.437 del 30 de julio de 1884, Posadas fue incorporada al Territorio Nacional de Misiones y declarada su capital.
*La segunda parte y final de este artículo será publicada en la edición impresa y digital de este lunes 27 de noviembre.