Por María Cristina Selvetti
Especial para El Litoral
Buenavista, el pueblo ficcional creado por el escritor correntino José Gabriel Ceballos para la mayoría de sus cuentos, cumple en este 2025 cuarenta años. Más concretamente, cuatro décadas desde que salió a la luz el primero de los libros con textos encuadrados en dicho espacio, “El oidor y otros cuentos”, allá por diciembre de 1985. Un largo recorrido de elaboración y afianzamiento de historias por lo general extravagantes y pobladas por una verdadera multitud de personajes, los cuales conforman una supuesta aldea perdida en el mapa, entre el olvido de Dios y la decadencia, las frustraciones y las alucinaciones, la resignación, la magia y el absurdo. Protagonistas de comedias y tragedias que reflejan la condición humana con una plenitud cargada de un raro y atrapante ropaje estético.
Buenavista se ha convertido así en un hito de nuestras letras, un hito emergente del interior del país, donde se produce literatura lejos de los aparatos editoriales y las grandes vidrieras centrales. O, como dijo Oliverio Coelho al reseñar uno de esos libros: mediante su Buenavista, su autor “ha creado en la literatura argentina su propia zona de influencia”.
Por ello, refiriéndose a tales cuentos y a la época en que, aún muy joven, ella vivía en Paraná, Selva Almada escribió: “En esa época yo creía: a- que para ser escritor había que vivir en Buenos Aires; b- que debía borrar todo rastro de provincianismo si quería que mis relatos fueran universales. Gracias a Ceballos desterré esas dos ideas absurdas de mi cabecita tonta. Ceballos, un escritor que se me develaba enorme y maravilloso, vivía en Alvear, un pueblito correntino en la frontera con Brasil, y esos relatos que tanto me encantaron estaban escrito desde y con el corazón de la Argentina profunda” (tomado del blog de “Carne Argentina”, agosto del 2009). Otro testimonio de esa “zona de influencia” que mencionaba Coelho lo da el chaqueño Mariano Quirós: “Ceballos es de mis escritores favoritos tal vez porque crecí leyéndolo” (en suplemento “Cronopio”, diario “La Mañana”, Formosa, 4/8/2021).
Que los cuentos de Buenavista hayan entusiasmado a aquellos escritores bisoños entre la segunda mitad de los 80 y los 90 parece lógico. Un contenido sumamente diverso, que propone tanto el humor como la reflexión sobre los temas existenciales, se les presentaba a dichos jóvenes desde una perspectiva muy novedosa. Ya Mempo Giardinelli, en su revista “Puro Cuento”, llamaba la atención por entonces sobre la modernidad de tales textos. “Recupera voces de la realidad de su tierra con sentido moderno, con audacia e imaginación, con asombroso rigor y oficio”, escribía Giardinelli, aludiendo a Ceballos. Y esa característica se mantendría vigente a lo largo de las cuatro décadas que ahora se cumplen. Cada entrega, cada libro de Buenavista que aparecía, cada texto de esos libros, traía un aire nuevo, original, de exigente exploración y renovación.
Claro que en literatura no rige sólo la forma sino también el fondo, es decir, los argumentos. Y Buenavista acostumbró a sus lectores a esperar de ella historias siempre atractivas, potentes, de las que se proponen perdurar, y con personajes puntillosamente construidos. Luis Benítez, en la revista Letralia, comentando el último libro que hasta ahora se publicó de la saga (“Buenavista capital del sexo”, 2021) señala que el autor ha erigido su poblado “poniendo especial cuidado en que los ladrillos, es decir, el nutrido número de protagonistas de sus narraciones, así como los personajes secundarios y terciarios que con ellos se cruzan e interrelacionan, dotaran a Buenavista de una consistencia única y de una solidez argumental que no ofrece prácticamente hueco alguno donde la crítica pueda señalar altibajos o falta de rigor” (“Letralia”, 28/7/21).
Pero indudablemente fueron los simples lectores los que determinaron que la minúscula y marginal Buenavista se hiciera un lugar de relevancia en las letras argentinas de estos tiempos. Ellos le dieron permanencia. Ellos, con su aceptación y su apego, impulsaron a Ceballos a ensanchar la aldea. Ellos le dieron las raíces. Y tales lectores, por supuesto, mucho se alegrarán de que el aniversario número 40 de ese pueblo imaginario sea celebrado con un nuevo volumen de cuentos inéditos hasta el presente, según lo anunciaron Moglia Ediciones y el propio Ceballos, libro que se incluirá en la colección “Claroscuros” que dirige Mariela Mioni.
* La autora es docente en Letras y reside en Buenos Aires.