El asaltante nos trae voces vivas de la poesía argentina. Cada poeta nos acerca, además de poemas, su visión de la poesía.
Poética:
Pienso en la poesía como “la sorpresa” de la vida misma. Un lugar donde conviven el misterio y la música. Una de las formas de expresión más creativas del ser humano.
Ruta
Los extraños toman altura y se desvían hacia el sur.
Aparece la imagen de un hombre con sombrero.
Es temprano para llevar a un desconocido
¿Cuántos desconocidos hay en la ruta?
Todos en fila como árboles.
Algunos se mueren, nadie los levanta.
La imagen que llega se borra
o camina en medio del asfalto
con un zorro muerto entre las manos
A veces me detengo y es una casa
con una sola luz en uno de sus cuartos
Hay un perro tan invisible como furioso.
Cuando puedo abrir los ojos
la imagen cae barranca abajo
contra las piedras.
Nostalgia
Los chotacabras habían invadido el patio
en busca de insectos.
El paisaje de la niebla
esa bruma pegajosa
se repetía en mí.
Entré a la iglesia para saber
por qué las mujeres
son más devotas que los hombres.
No podía arrodillarme
y mis ojos se asombraron ante una virgen
que soltaba pájaros de su vientre.
Mis ojos ahora viven en un templo abandonado
el agua entra por los techos,
se lleva objetos desconocidos.
Hay un hombre que no recuerda a sus hijos
y su locura es tan coherente
como mi pensamiento más sensato.
Hay una calle infinita que no conozco.
Mi cuerpo es débil para recordar.
Paseo
Un rato antes de emborracharnos leíamos los textos de los muertos.
Una vez recuerdo -y esto fue
muy estremecedor- había una frase: “Somos
lo que fuimos en el futuro".
No entendimos nada.
Pero en la plaza vimos cómo un pájaro
se adormecía y perdía las alas en una vereda.
El viento arrastraba al pájaro, las palabras, las hojas.
No rescatamos al pájaro. Tampoco nuestra cordura.
Otra ventana
Lo que yo puedo ver a través de tu ventana
es una planta que tarda en crecer
tal vez allí reside su misterio.
Y más allá una cosa blanca
similar a una mujer en camisón
hace mucho frío
está desabrigada.
El pelo desaliñado
y su rostro pálido
pienso en la palidez de la muerte o
la falta de sangre,
pero esa mujer no existe
ni siquiera la ventana
tampoco nosotros
nunca sabremos cómo
describir lo que vemos
a través de la ventana
que da a un patio
en invierno.
Noche imaginaria I
No era una maldición,
recuerdo el fuego
las chispas que se
escaparon hacia la casa
Los pinos sostenidos en la tierra
como nuestras piernas en el pasto
Giramos alrededor de
las llamas
en la comunidad
de los locos.
II
Soñé que me enviabas postales
del pueblo
estabas en posición fetal
sobre una cama
envuelta con un acolchado verde
en todas las fotos
vasos con diferentes bebidas
en cada imagen sonreías
te habías dejado el pelo largo y flequillo
Detrás tuyo había
una mujer que no se animaba
a salir de su cuarto
recuerdo su intriga
su olor a pis
Las baldosas del piso
blancas y negras.
Inversiones
Nos han atornillado
los dedos en la mesa
veo como tus pies bailan
y me patean para hacerme sonreír
los esclavos se pasean
en los cuadros
pegados en las esquinas
veo cómo te alimentan
y te tiran del pelo
en tus ojos aparece un lago
pálido hasta el futuro.
El visitante
Golpea la puerta dos veces
luego arrastra los pies por el pasillo
se dirige a su cuarto
escucho las canciones de su radio
prende y apaga hornallas,
sus insultos a los vecinos
luego el ruido habitual
sus pasos a mi cuarto
los golpes suaves
uno, dos
y se marcha con tos monocorde
baja jaulas del techo,
corta flores secas.
Ahora hay silencio.
El visitante ha podido
matarme sin golpear.
Habitación de hospital
Cuando despierto
hay ramas en mis piernas
y mi vientre esta hinchado.
En la ventana hay un pájaro
que canta al compás de mi asombro
y de mis manos negras
que no son mis manos.
El sonido no le pertenece al pájaro
a través de la ventana
veo una mujer igual a mí.
No tiene mi vientre
aunque sí mis piernas
las pone al sol
hasta que se queman.
Calidoscopio
Como una pesadilla se separaba del cuerpo.
Ahora es la última voz en el teléfono.
La caída es muy larga,
nada puede sorprenderlo.
Las borracheras, la suerte en el juego.
Caía hacia la muerte.
Las ondas de radio temblaban,
la pantalla y sus chispas,
las caras malvadas y el aturdimiento.
Lo que era ya no existía.
El pasto blanco o la pila de ropa.
En lo que caía
sentía el terror y la soledad.
La piel estallaba entre zafiros y nieblas
y tintas de terciopelo que reflejaban
los colores de un calidoscopio.
La neblina se lleva a los perdidos
Es un cuadro donde el tiempo se extiende.
Detrás de su misterio siempre
alguien camina.
Los sonidos desaparecen
la velocidad de los autos es baja.
Es un hombre que viene de un pueblo
se para en medio de la ruta y retrocede hacia los yuyos.
Pasan días hasta que su foto
aparece en los diarios.
Pero nunca nadie vio su rostro.
Hasta que su ropa se deja ver
en el arroyo de un campo.
Sus familiares dicen: “Ahora
podremos dormir en paz”.